Un virus es una diminuta máquina orgánica salvaje (porque los humanos estamos empezando a ser capaces de crear estas máquinas orgánicas) especializada en pedir a las células que le repliquen. Ya, se acabó, no hay más.
Como las células cometen errores a la hora de replicar, especialmente cuando tienen que replicar tanto y tan rápido, aparecen las distintas mutaciones de los virus o cepas o variantes.
Si un virus, mientras se está replicando, mata a su huésped antes de que este haya podido diseminar copias del mismo, por ejemplo porque se multiplica en órganos que no tienen salida al exterior, como las vías respiratorias o las reproductoras o sangre con heridas, ese virus desaparecerá (si el huésped fallecido se trata con el debido cuidado).
Si un virus, mientras se está replicando, se ha replicado en los lugares adecuados y ha conseguido que su huésped disemine copias del mismo antes de matar a su huésped, sus copias seguirán reproduciéndose. Pero sigue siendo igual de letal que el anterior. Los huéspedes aprenden (no los politicastros) que el virus es letal y toman medidas de aislamiento para que no se propague. Si las medidas utilizadas son correctas, el virus desaparecerá.
Si un virus, mientras se está replicando, se ha replicado en los lugares adecuados y ha conseguido que su huésped disemine copias del mismo y en muchos casos el huésped no se entera de que tiene copias del mismo o cuando empieza a causar molestias al huésped ya se ha diseminado a otros huéspedes, y se toman medidas de aislamiento que solo evitan que el virus se propague a toda velocidad, el virus nunca desaparecerá.
Si los huéspedes tienen vacunas que detectan al virus, pero solo consiguen que el virus no haga daño al huésped pero no impiden que el virus se propague, el virus nunca desparecerá.
Si los huéspedes tienen vacunas que impiden que el virus entre en su organismo y se replique, las copias del virus, dada una cantidad suficiente de vacunados en estas vacunas, desaparecerá el no poder encontrar huéspedes nuevos. Esperemos que este año empiecen a aparecer estas vacunas.
El uso de números mal calculados para intentar justificar todo (una forma de anumerismo) también ayuda mucho a esta falsa creencia.
Normalmente, dado que normalmente se desconoce la cantidad de personas que han sido infectadas (el covid-19 es la primera excepción), se calcula la letalidad utilizando siempre la fórmula:
población fallecida entre población total.
Y, sin tener en cuenta la población vacunada o no vacunada.
Por supuesto, en cuanto queda menos población por infectarse, la letalidad calculada así disminuye.
Pero si se calcula así:
población fallecida en un mes entre población infectada ese mes.
se puede comprobar que la letadidad del virus no varía (entre la población no vacunada).
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